Sevilla - Nerva

Una vez más quise aprovechar la ocasión al disponer de unos días libres por puente del 1 de noviembre para emprender una pequeña aventura de tres días pedaleando un poco y conociendo nuevos parajes.

La verdad es que resulta sorprendente la cantidad de historia, cultura y naturaleza que tenemos a unos pocos kilómetros de Sevilla. Son muchas las rutas diferentes que pueden realizarse para ir visitando estos lugares, algunas por vías urbanas, que podemos aprovechar para hacer un poco de turismo por los pueblos y hacernos acopio de víveres para el camino, otras son vías verdes, cordeles, carreteras secundarias o caminos poco transitados; tan solo por ciclistas y senderistas. 

En esta ocasión me planteé llegar hasta las minas de río tinto e ir recorriendo el mayor número de pueblos posibles. En esta época del año los días ya son demasiado cortos y hay que aprovecharlos bien, para ello es esencial comenzar la jornada temprano, pero el frío del alba también es ya poco menos que insoportable y hay que ir bien equipado. Yo decidí, aún así, tomar la tienda de campaña e intentar pedalear un poco en la oscuridad por caminos.

La ruta comenzó saliendo de Camas por el carril bici que cruza el río Guadalquivir para continuar usando la antigua carretera a Huelva (cuesta del caracol) e ir visitando las localidades de Castilleja de la Cuesta, Gines, Espartinas y San Lucar la Mayor. Cada vez hay más tramos de carril bici por la zona del Aljarafe, y aunque es bastante discontinuo, se puede ir de a veces de un pueblo a otro por estos carriles verdes. Desde San Lucar, bajando la cuesta de las doblas para abandonar el Aljarafe y pasar del valle del Gudalquivir al de el Guadiamar, salimos al corredor verde de el Guadiamar que en mi caso remonté hasta la corta de Aznalcóllar. En la misma salida a la carretera que une Gerena y Aznalcóllar pueden visitarse los restos de el acueducto romano que surtía de agua limpia de las fuentes de la zona a la ciudad de Híspalis.

Cruzando esta carretera puede continuarse por un camino que ya empieza a subir la sierra; cada vez se hace más técnico y en ocasiones solo para BTT, pero tras pasar la parte más complicada (cruzando un arroyo) pueden bordearse las cortas de los Frailes y Aznalcóllar, así como la misma localidad y salir a otra carretera que nos lleva hasta el pantano. En cierto punto, tras cruzar la presa del rio Ágrio tomamos el desvío hacia el poblado de El Álamo. Una carretera con apenas tránsito que irá subiendo descubriendo uno a sus espaldas hermosas vistas.

La ventaja de viajar en esta época y por esta zona es el festín de bellotas y madroños que puede darse uno. No hay que abusar de este último, pues recordemos que contiene alcohol. En el Álamo hay una abundante fuente que me salvó de morir sediento, además puede verse la Encina de Los Perros, monumento natural por sus dimensiones. Pasando el Álamo llegamos a la localidad de El Madroño un pequeño pueblo donde comienza una paisajística bajada hacia el embalse del Jarama y allí dejamos atrás la provincia de Sevilla para adentrarnos en la de Huelva.

Al rato por fin llegamos a Nerva donde puede contemplarse toda la actividad minera que alcanza su mayor exponente en la vecina localidad de Minas de Rio Tinto.

Para regresar a Sevilla tomé dirección al Castillo de las Guardas, unas vez allí tomé la carretera que lleva de nuevo a Aznalcóllar, pero a pocos kilómetros salí de la carretera para entrar en un PR que hacía el mismo recorrido atravesando dehesas. Desde Aznalcóllar, tomé de nuevo el corredor verde del Guadiamar, pero en esta ocasión me desvié por el cordel de los carboneros que sale a Albaida del Aljarafe cerca de donde se encontraba el asentamiento romano de Laelia y más antiguamente Sobarbina que adquirieron cierta importancia por acoger al puerto del entonces navegable Guadiamar. Desde allí ya volvemos a atravesar los pueblos, sin no antes parar en la fuente de la Coriana (que conserva vestigios romanos): primero Olivares, después Salteras, Castilleja de Guzmán, Camas y de nuevo Sevilla.


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